ASCENDENTE ASTRAL

Carta Astral | Tarot

domingo, febrero 24, 2008

La esfinge

Las religiones se suceden sobre la tierra, las generaciones pasan y las recién venidas creen, en su orgullo, poder despreciar los conocimientos antiguos. Por encima de todas las cuestiones, los errores y las sectas, se yergue inmóvil la esfinge, que responde con un desconcertante ¿Que soy? A los ignorantes que blasfeman de la ciencia.

Los templos pueden ser derribados, pueden los libros desaparecer, sin que por ello los conocimientos superiores adquiridos por los antiguos hayan de ser olvidados. La Esfinge queda y basta.

Símbolo de la unidad, resume en sí las formas mas dispares entre si. Símbolo de la verdad, muestra la razón de todos los errores en sus mismos contrastes. Símbolo de lo absoluto, exhibe el cuaternario misterioso. Mi religión es la única verdadera, grita el fanático cristiano, la de ustedes es obra de un impostor, solo la mía viene de Dios, responde un judío. Todos sus libros son copias de nuestra revelación, escribe un indio. Todas las religiones son mentiras, nada existe fuera de la materia: los principios de todos los cultos proceden de la contemplación de los astros; únicamente la ciencia es verdadera, sostiene el sabio.

Y la esfinge se yergue sobre todas las disputas, inmóvil, síntesis de la unidad de todos los cultos y de todas las ciencias. Muestra al cristiano el ángel, águila, el león y el toro que acompañan a los evangelistas; el judío reconoce el sueño del judío Ezequiel; el indio, los secretos de Adá-Navi, y el sabio, al pasar altanero y desdeñoso, encuentra bajo todos esos símbolos las leyes de las cuatro fuerzas elementales: magnetismo, electricidad, calor y luz.

Indeciso en su marcha, el futuro Iniciado interroga a la esfinge y esta le dice:

“Mírame: tengo cabeza humana en la que reside la sabiduría, como lo indican los adornos de hincado que lleva. La ciencia conduce mi paso en la vida; pero sola, es pequeña su ayuda. Estoy armada para la acción, nada resiste a mi audacia guiada por la ciencia.

Pero estas patas son sólidas, por que están unidas a mis flacos de paciencia del buey que traza su surco. En los momentos de desfallecimiento, cuando el desmayo va a invadirme y mi cabeza se siente débil, agito mis alas de águila, alcanzo el dominio de la intuición, leo en el corazón del mundo los secretos de la vida universal y puedo continuar mi obra calladamente”.

Mi cabeza te recomienda saber; mis garras, osar; mis flancos, querer, y mis alas callar. Sigue mis consejos y la vida te parecerá justa y bella.

Cabeza, alas flancos, manos, patas.

En este símbolo de la esfinge se muestran dos grandes oposiciones:

Delante: la cabeza (ciencias) se opone a las patas (audacia). Detrás:

Los flancos (trabajo) se oponen igualmente a la audacia (patas). Entre las dos existe la intuición (alas) que las regula.

La audacia (manos), en su acción, obrara de una manera eficaz, si la ciencia la domina bastare para guiarla.

La audacia (patas) en los estudios, conseguirá un éxito si se deja conducir por el trabajo y la perseverancia.

En exceso, en la acción o en el estudio; deben atemperarse por uno de la imaginación (alas).

Otra oposición aparece, y es la de arriba abajo, armonizada por el medio. Arriba: cabeza y alas. En medio, los flancos. Abajo, las manos y las patas.

Arriba están la ciencia y la imaginación; abajo la practica, así en la ciencia como en la imaginación.

La teoría debe siempre dominar y conducir a la práctica, así en la ciencia como en la imaginación.

La teoría debe siempre dominar y conducir a la práctica, el que quiere descubrir las verdades de la naturaleza nada más que por la experiencia material, se parece al hombre que quisiera andar de cabeza para poner en acción sus miembros.

No hay teoría sin práctica. No hay práctica sin teoría. No hay teoría ni practica, sin trabajo.

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